Y la compasión en términos simples es comprender profundamente el sufrimiento. Aceptarlo, comprender las causas, recorrer el camino, para luego liberarse del sufrimiento.
Si esto lo aplicamos al proceso de sanación, veremos que se ajusta de forma maravillosa.
Por lo general en nuestra cultura occidental consideramos la enfermedad o incluso cualquier situación de crisis, como algo anómalo, que no debería de estar sucediendo. Un error del sistema que hay que eliminar, mientras antes mejor. Y lo más “eficiente” para eso es cortar con la sensación del síntoma. Si tenemos un problema buscamos de inmediato la forma de acabar con las consecuencias, pero sin atender las causas que lo originaron.
Desde las enseñanzas budista se nos abre otra forma de enfrentarnos a un proceso de sanación, o de vida.
Aquello que consideramos anómalo, negativo o injusto, tiene su razón de ser. Es parte del proceso de darse cuenta. En otras palabras, ¡la enfermedad es el remedio!
Entonces el sanador, médico, terapeuta o guía va a ayudar a la persona a dejar de huir de esa medicina amarga que la vida le está ofreciendo en forma de experiencia o enfermedad, para permitirle ahondar en las causas profundas, en los mensajes y enseñanzas que esta traiga para su evolución.
Entonces lejos de querer “eliminar una anomalía”, la consciencia del Buda de la Medicina nos ayuda a comprender las causas internas del sufrimiento, a través de vivir conscientemente la experiencia.
Esto no significa que tengas que dejar que te duela, ni mucho menos ser un masoquista e intentar aumentar el dolor para “disfrutarlo”. ¡Eso sí sería una verdadera locura!
Sino más bien estar disponible para recibir esta experiencia como una “bendición disfrazada”.